27-02-2015
CAMPAÑA EN EL CONGRESO
El debate sobre el estado de la nación dio como resultado lo que todos esperábamos. Mítines. Cada político hablando para los suyos, sin importarles la realidad que sufre el país. Lo más indignante, el triunfalismo presidencial y los aplausos a las mentiras del líder del gobierno. Negar el multimillonario rescate a Bankia fue una de ellas. Los niños, en clase, se comportan con muchísima más educación, gracias, claro está, a los profesores, no al ministerio de marras que dirige con mano demente el ministro Wert. Pero no fue esa la única causa de indignación. No pocos nos preguntamos: ¿dónde vive el señor presidente? ¿Y su tropa? ¿En Hollywood, en la luna, en Berlín? Lo que parece claro es que en España no. Sobre corrupción, nada. Verdades, ridículas. Modales, ninguno. Ética, tampoco. Talento, de eso, ni hablamos, ya conocemos su culto a la mediocridad. Sí, palabras campanudas, alardes de profesionalidad, discursos ensayados y escaños desocupados una vez los dos gerifaltes acabaron sus intervenciones. Lamentable ver el hemiciclo vacío cuando eran los oradores segundones los que parlamentaban. Y para rematar la fiesta, la vicepresidenta del Congreso, Celia Villalobos, se puso a jugar con su iPad al Candy Crush mientras un congresista hacía uso de la palabra. Igual que ya cansa que estos hablen solo para los suyos, cansa que los suyos acepten el discurso sin miramientos, con oídos sordos. Al postre, el BOE testifica la existencia de dios.
J.V.G:
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