07-06-2013
DE ABORTOS, CURAS, OVARIOS, ROSARIOS Y ESPERMATOZOIDES
Candente
y peligroso como un fuego sin freno, catastrófico como una deflagración
descontrolada, así vuelve otra vez el aborto a instalarse en nuestra cotidianidad.
Lamentablemente, volvemos al pasado (o a El Salvador).
La
historia de la salvadoreña Beatriz se
convierte en un ejemplo de la deriva que puede llevar esta nueva ley impulsada
por Gallardón. A Beatriz, que estaba preñada, le negaron
el derecho a abortar, y eso que el feto nacería anencefálico, es decir, sin
cerebro. A ella, poco menos que la condenaron a muerte, pues, enferma renal
grave y con lupus, su vida corría grave peligro. Esperemos que eso nunca suceda
aquí, en esta España de “progreso y libertades”. Afortunadamente, a Beatriz, los médicos, cambiando
astutamente la palabra “aborto” por las de “parto sobrevenido”, le practicaron una
cesárea muy prematura, salvándole así la vida. El feto, lógicamente, murió poco
después.
Y es
que, si se deja a la Iglesia inmiscuirse en los asuntos sociales, el rumbo
retrogrado es manifiesto. Y nuestro gobierno tiene muchas deudas con la
clerecía. Por eso, en el púlpito, cada día instalan un altavoz más sonoro. De
esta guisa, los curas siguen dando la matraca, considerando humanos hasta a los
espermatozoides. ¿Será por eso por lo que nos decían que la masturbación
produce ceguera? Si esto fuera así y la vida humana existiera en esos estadios
tan primarios, Dios, quien, según ellos, nos creó, sería el gran asesino, no en
vano, fuimos hechos como a él le dio la gana, es decir, a su imagen y semejanza.
¡Miedo me da!
De
cualquier manera, es irresponsable que sea una mayoría de hombres, y no
mujeres, la que promulga esta ley. El otro día me decía una amiga: “estos lo
que quieren es meter sus rosarios en nuestros ovarios”.
J.V.G.
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