10-5-2013
LA RISA
“Me descojono”, “me troncho”, “me parto”, “carcajeo”
“desternillo”, “despiporro”, “descoyunto”,
“retuerzo”, “muero”, “lloro” “estallo”, “despatarro” “me duelen las mandíbulas”
…, somos fértiles para nombrar al acto de reírse que, según los psicólogos, es
fenomenal para la higiene, tanto corpórea como mental. Tanto es así, que el
pasado domingo se celebró el Día mundial de la risa.
Tan fecundos como somos a la hora de nombrarla, lo
somos (si nos ponemos) con las cosas con las que podemos echarnos unas buenas carcajadas:
con un cómico con gracia pegado a un teléfono o de un bufón sin gracia en una pantalla
de plasma; con una película de Alfredo Landa ¡que en paz descanse!, lo
mismo que de un insaciable corrupto lanzando una peineta a la concurrencia; con
la afonía del que habla y con la sordera de quien escucha; de la caída de tu
mejor amigo y de los tropezones reiterados e impenitentes de Su Majestad; de un
gobierno que nos achicharra o de la tragicómica historia de los “tres tristes
trajes”; de un asunto de financiación ilegal y de la manera en que la justicia lo
interpreta; de la comparación de ETA con el aborto o, de la fallida imputación a
la infanta y de la honradez de su duque empalmado;
del atraco a la educación pública, de la “equis” en la casilla de la Iglesia, de
la venta de la sanidad... Cualquier cosa es válida para, hilarantemente, dar la
razón a los psicólogos de la risa que, con sabiduría, nos aconsejan reír. Y,
aunque los niños se queden sin “las chuches” tan afamadas, se ríen mucho más
que los adultos, eso afirman los expertos. Aun así, nosotros, como buenos (y
compungidos) españolitos, si se me permite la expresión: “lloramos a
carcajadas”.
J.V.G.
No hay comentarios:
Publicar un comentario